Archivo de enero, 2008

Despertar (Catástrofe de una vida II). Autor: Batou

Posted in Todas on enero 28, 2008 by blackbatou

DESPERTAR (CATÁSTROFE DE UNA VIDA II)

 

            Sentí frío, sentí miedo, sentí un aire sofocante retumbarme donde ahora ya no puedo. Sin aroma, sin sentido, sin humor de verme vivo me encontré a mi mismo solo, triste y afligido. No había luz, no había esperanza, y se inclinaba la balanza para que en donde estaba mi persona se adornara una gran cruz.

 

            Lo vi oscuro y sin salida, no había camino a seguir, por primera vez en una vida me hallé solo y sin la pizca de algún simple porvenir. No podía caminar más, sólo llorar y maldecir. Sólo quería estar en paz, mi esperanza era morir. Pero el recuerdo no se iba y me atacaba con demencia, de la carne en mi entrañas se agotaba mi paciencia, y grité y volví a llorar y no había nada en este mundo que pudiera hacer callar a esa maldita soledad que no dejaba de asechar. Mucha gente lo intentó, mucha gente se acercó para intentar cesar el miedo que en mi corazón dolía, mas ninguno conocía el oscuro paradero donde me encontraba yo, la verdadera condición que se había vuelto mi agonía.

 

            Un día ya no pude más, el dolor me consumía y yo sólo busqué paz. Una cierta melodía me había inspirado a interpretar, y todo lo que me dolía ya jamás me tocaría. Todo se iba a terminar.

           

            Tuve el cañón en la boca, el gatillo se movió, no me gustó la sensación que en la lengua te provoca. Cerré los ojos, me despedí del mundo, pero al momento preciso escuche un rotundo NO. Desde un lugar de mi alma la muerte que me espera se quejó, gritó que me detuviera, y escuché de nuevo no.

             Miré a la muerte a los ojos y sonreí con ironía, ella me había dicho no, la escuchaba todavía. Entonces caí en la cuenta, el dolor que me embargaba lastimarme no podía, y ni la pena mas intensa sin razón me mataría. Si no iba a morir de miedo ¿por qué dejar al destino señalarme con el dedo? Entonces miré hacia el frente y la luz apareció, no era Dios, ni era la gente, era solamente yo.