Autor: Batou

El suspiro de mi alma

 

            Tirado en la banqueta de la depresión, voy sintiendo cómo cada pedazo entregado de mi alma me va doliendo a todo lo ancho de mi vida. Trato de evitar que mi corazón se desplome pero el rotundo silencio que me rodea no evita que deje de gritar.

 

            Dime, hermano mío, por qué te has alejado de mí. Por qué siento como clavas tu mirada en mi desolación y no te atreves a darme la mano. Hoy más que nunca te necesito, por que aunque estás aquí no te siento cerca para abrazarte y decirte que despiertes de ese sueño egoísta que no te permite ver lo mucho que me destrozas.

 

            Acuérdate de mí, cuidador de mi alma. Acuérdate del pobre triste que te necesita. Prometiste estar ahí siempre y ser tú quien me acompañara a la saleta del infierno. No puedo cruzar este cruel y árido camino sin ti.

 

            El pobre destino cree poder seguir hiriéndome. Pude superarlo a él, a pesar de su ridícula broma con D mayúscula, pero si es mi hermano el que me lastima, la oscuridad de mi vivir se extenderá incluso después de que la eternidad se consuma.

 

            Los dos seres a quienes más amo, una princesa y un demonio, mi mujer y mi hermano; son también quienes más me hacen sufrir. Mi amada puede castigarme con el cruel látigo de su deprecio, y me lacera el ánimo con la frialdad de su sonrisa, sonrisa que le dirige a mi ensangrentada mirada, quien le implora un trago de compasión.

 

            Atrapado en la noche de mi corazón, sumergido en un mar de sangre y sollozos, no puedo hacer que mi aliento deje de llorar, y quisiera pedirle al vacío que deje de gritar ese silencio que me perfora la coherencia. Pero el silencio no existe cuando el dolor es soberbio, así que sólo queda callar y aprender a escuchar el suspiro de mi alma.